Una mañana como otra cualquiera amanecía
sin mucha novedad el sol en la toscana, los perros ladraban a las cinco de la
mañana anticipando la acción, yo buscaba con mi cámara una foto diferente, con
un sol aun con legañas. Solo las nubes (madrugadoras) se interponían ante un
reto que llevaba días persiguiendo y que aun no había conseguido.
El desayuno casi en solitario (estaba
Randy, pero las mañanas no la hacen muy habladora). Yo repetía ingredientes:
leche, cereales y para finiquitar café. Al finalizar mi bol, apareció Anna por
la puerta, (ya éramos muchos y Randy como cada mañana se marcho a trabajar en
su habitación). El último reto procedente de Nápoles esperaba a Anna y su
cafetera, el intento fue fallido pero estuvo cerca de conseguirlo (muy cerca).
Entre café y café los chicos de Taiwán se
interesaron por compartir e intercambiar conocimientos culturales, ellos me
enseñaban chino (joder que difícil) y yo a ellos un poco de castellano (lastima
de los problemas con la R, lo hacen bien).
La mañana transcurría tranquila, no hacía
muy buen tiempo, pero aun así Anna, Tim, los chicos de Taiwán y Brooke (con sus
habituales apariciones y desapariciones) se marcharon al rio. No habían pasado
ni 20 minutos cuando comenzó a llover. Desde mi habitación y con unas vistas
envidiables podía contemplar como la lluvia caía sobre la Toscana, las nubes
invadían el cielo, y mientras tanto Michael cantaba (desafinando) por un jardín
que al igual que él se iban empapando.
Con el regreso del pelotón a la casa (no
se habían bañado) vinieron también las provisiones para la noche, eran
necesarias para la cena que Mattia y Simone nos querían preparar. La comida
como siempre (no se porque) se les olvido, eran las 17 y nadie comía en la
casa. Decidí volver a tomar la iniciativa sobre un problema que se iba
repitiendo en los últimos días, tenía la esperanza de que tarde o temprano
alguien se diera cuenta (además de mi)
de que en esta casa nadie comía (solo yo).
Después de devorar mis macarrones ( de
esos enrollados), a la vez que todos recogían la comida, nos sentamos alrededor
de la mesa del exterior, donde Michael nos dio la noticia, le había propuesto
matrimonio a Randy, aunque no para casarse en la toscana, sino en algún otro
sitio de Europa (no estoy muy seguro pero creo que en Polonia).
Entre risas e historias divertidas, fue
pasando la tarde. Anna y Randy nos prepararon un cóctel a base de naftalinas y
cava (creo), no recuerdo el nombre de dicha bebida, pero pasaba bien (lástima
no poder repetir, en la mesa había otr@s más rápidos). La alegría se podía palpar,
Randy reía y hablaba más que nunca al igual que Michael.
Con la tarde ya entrando en la noche, el
sol, nuestro fiel acompañante se escondía dejando paso a la dama, la luna. Los
chicos de Taiwán, junto con Michael y Timm jugaban a vóley, yo me pegaba una
ducha, Brooke (se escondía en su refugio) y Randy hablaba con Anna. Fue en ese
momento, durante el atardecer (con ese color naranja en el cielo) cuando
apareció Mattia, Simone y dos chicas más (sus respectivas parejas). Después del
protocolario saludo, comenzaron a trabajar. Nosotros (Michael, Randy, Anna,
Timm y yo), hablábamos alrededor de la mesa. El rato que pasamos fue muy
agradable hasta que llego el momento del cambio de música. Randy estaba
lanzada, y hablaba sobre canciones y reggae, nos quiso deleitar con Bob Marley
(la canción sonaba genial) pero cometí un error, se me ocurrió comparar al gran
cantante jamaicano con el superfluo intento de cantante James Blunt, por
desgracia Brooke adoraba a ese cantante. Inmediatamente (una embriagada y
descontrolada Brooke) entre risas (solo se reía ella), me tiró un rotulador (no
le di importancia), seguidamente me tiro un mechero, (a eso si que le di
importancia), con un mosqueo (importante) me levante de la mesa y me fui a mi
habitación. Al pasar unos 20 minutos picó a mi puerta con intención de pedir
disculpas, quería que la mirara a los ojos para ver como soltaba lágrimas de
cocodrilo, la perdone y decidí acompañarla con los demás, que al parecer
entendieron mi situación.
Cuando todo estaba listo para cenar, y el
clima de tensión se había disipado (un poco), nos sentamos en la mesa, yo junto
a Timm, el que se cambió con Brooke (no quería sentarse en la cabecera de la
mesa, (por si eso conllevaba algún tipo de responsabilidad).
Espaguetis, tomates, berenjenas, y pastel
de postre además de tortitas componían el increíble menú. La cena estuvo genial,
Nicola hizo su aparición a media cena para sorpresa de todos, pero el siempre
es bienvenido, es una gran persona además de ser muy grande (literalmente
quiero decir).
Después de la cena y con un delicioso
pastel (preparado por Randy), disfrutamos de unas copitas de vinos conversación
y algunas historias de miedo que los chicos de Taiwán se empeñaron en escuchar.
Finalmente quedamos Mattia, Anna y yo,
(que fui la primera baja). Eran las dos de la mañana y la intuición me decía que
mañana tendría que trabajar duro. Para ser sincero mi única preocupación era
abrir la puerta de mi habitación y encontrar a alguien no deseado ocupando mi
cama (no me refiero a fantasmas protagonistas de las historias contadas).
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