lunes, 10 de agosto de 2015

Día 4: singing in the rain

 “Viajar es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa. Estás todo el tiempo en desequilibrio. Nada es tuyo excepto lo más esencial: el aire, las horas de descanso, los sueños, el mar, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal”. – Cesare Pavese

Me despierto de forma intermitente durante la noche, mi compañero de litera llegó a las tantas y cada vez que abro un ojo el japonés de Ottawa que tengo delante se revuelca como una croqueta.

Cuando llega la hora de despertarse preparo todo para una ducha rápida y salgo del hostal. Localizo un restaurante no demasiado lejos donde tengo el gusto de probar un Classic breakfast por unos 12$ aprox. El desayuno se compone por bacon quemado, una tortilla revuelta poco hecha y un sólido insípido del cual desconozco su procedencia. Cuando acabo lo del plato, cometo el error de pedir un café, el típico agua sucia americana, cuando acabo con el sucedáneo pago y me voy, me cobran un 15% de propina, ahora recuerdo la película reservoir dogs y el Sr Rosa con sus problemas con la propina, solo me rellenaron una vez el "café".

Salgo del bar y paseo 10 minutos hasta llegar a queen's park. Por el camino veo un gran surtido de pequeñas casas que poco a poco crecen hasta convertirse en edificios.

Disfruto un poco del parque, del sol y de la universidad de Toronto además de su inmenso campus. Durante mi paseo descubro para mi sorpresa dos niños jugando a fútbol, o como lo conocen aquí soccer, después de mirar un rato largo como juegan consigo reprimir las ganas y seguir con mi camino.

Mi próxima parada es el AGO, la galería de arte de Onatario. Una vez dentro guardo mi mochila y cojo un mapa para poder encontrar la salida más tarde. Es un museo con 4 plantas donde puedes encontrar desde fotos de la bomba atómica, hasta Pollocks, Miros, o incluso algún Picasso pequeñito.

Cuando salgo de la galería me dispongo a cruzar ¡¡¡CHINTOWN!!! Para ira a un bar que previamente busque en internet. Quinze minutos andando no fueron suficientes para que me rechazaran un billete que 50$ en el maldito bar y como no les iba la maquinista de las tarjetas tuve que aceptar tristemente la derrota y salir en busca de uno nuevo. Estos canadienses...

Al volver a la calle no había andado ni cinco pasos de puso a llover, y no llovió poco... Así que corrí hasta un local que previamente había descartado, esta vez entro y ceno un bocata de cerdo o algo parecido con un toque picante. Al acabar salgo del bar, prefería mojarme que pasar mas rato allí, efectivamente lo conseguí, por másque caminé deprisa acabé empapado, resignado entre en una creperia. Un poco cara y no demasiado buenas la verdad. Cuando acabó la crees deja de llover salgo corriendo dirección al metro por miedo de una nueva recaída, es la misma parada que cogí ayer.

Antes de llegar al hostal disfrute del paseo con la bajada de temperaturas que provocó la lluvia y volví al second cup para tomar un Capetillo de vainilla, no el típico café americano.

Después del café fui al hostal, no pasó ni una hora en lo que llego Manuel. El tío te puede dar conversación por horas, aunque hable el solo, creo qué estuvimos hablando al menos 4h. La verdad es que todo fue bastante interesante y productivo, me dio algunos consejos para NYC, a media noche o más tarde llego el nuevo compi de procedencia croata, parece majo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario