martes, 11 de agosto de 2015

Día 5: welcome Miss Morgan

“Me di cuenta rápidamente que no hay viajes que nos lleven lejos a menos que se recorra la misma distancia en nuestro mundo interno que en el exterior”. – Lillian Smith

Con un clima de lo mas mediterráneo amanece soleado y sin un atisbo de lluvía, el,tiempo acompaña.

Mi primera acción del día es despedirme de Manuel, el argentino, se marcha a otro hostel en la otra punta de Toronto, por lo visto es mucho mejor que en el que os alojamos, que tampoco esta mal. Después de mi protocolaria ducha vuelvo a mi habitación para recoger mis pertenencias justo antes de ir a casa loma. Antes dd salir por la puerta hablo un poco con el croata que permanece tirado en la cama. Desconozco su nombre.

El camino hasta la casa es largo, 45 minutos andando, el sol cae sin tregua y cada dos calles me cruzo con alguien de aspecto sospechoso o mas bien con pi tasa de loco. La calle es grande, ya los dos lados la acompañan pequeñas casitas, la gran mayoría de madera, unas mejor cuidadas que otras pero todas muy chulas la verdad.

Cuando llego a casa Loma después de subir o mejor dicho escalar por unas pendientes, podría comparar el lugar con un pequeño castillo mas que con una casa-manisión. El palacete tiene 4 plantas y un bosquecito trasero como jardín. La típica casa de verano vaya.

Dejando atrás casa Loma me dirijo otra vez a la urbanización, esta vez con la intención de comer. No necesariamente el hecho de comer implica una hora racional. Por el camino me pierdo tras mis pasos y acabo en museo royal de Ontario que presume de su bonita y característica arquitectura. Únicamente entro para utilizar su wifi y descansar un poco.

Durante el periodo de descanso localizo por Googlemaps un lugar donde comer, el "the roces den". Cuando lo encuentro y entro descubro que es un bar o pub mas bien deportivo, me traen la carta y pido un buen bistec. La verdad es que la cantidad es solo comparable a la calidad, estaba de vicio. Poco a poco le voy pillando el gustillo a Toronto, espero que no cambie la idea.

Acabo de ver pasar por la ventanilla del bar a un tío con un moño ciclo por un lado de la carretera, lo que ve uno.

La tarde pasó realmente tranquila, caminando por aquí y por allá sin un rumbo fijo. Pude disfrutar un poco más de los parques y calles de Toronto.

Cuando se acercaban las 21 fui al hostal con la ide de esperar a Morgan. Por lo visto pillo caravana y llegaría mas tarde de lo previsto, me pidió que le hiciera el checo-in. Estuve peleando con la de recepción al menos 10 minutos y no conseguí nada. Finalmente Morgan tuvo que llamar por segunda o tercera vez para convencerles de que me dieran su llave, nada tenía sentido porque el hostal iba a cerrar y ella no podría "acceder" a su única noche de hostal. Tampoco tenía sentido que el hostal cerrará.

Sobre las 23 Morgan apareció misteriosamente por la cocina de hostal, en su momento no supe que hacía ahí ni como había llegado pero con los días me explico que fue una juego de coincidencias. Cuando la salude y fuimos a dejar sus cosas en nuestra habitación me enseño que tenía otra llave, ese hostal es una autentica locura. Una vez todo en su sitio fuimos a coger el ferri que nos llevaría a la otra isla donde podríamos ver el skyline de Toronto de noche, no tiene desperdicio. Cuando llegamos al ferri. Estaba cerrado, por lo visto era algún tipo de fiesta, me quedé sin foto. Otra vez será.

Como detalle me gustaría destacar que antes de salir hacia el ferri, en el hostal, conocimos a una mujer llamada Meichell. Estaba obsesionada con la seguridad, quería que cerráramos a cal y canto la puerta de la habitación cada vez que saliéramos o entráramos. Era una especie de artista excéntrica de NYC y/o sanfrancisco pero en el fondo era muy maja.

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