martes, 11 de agosto de 2015

Día 6: las cataratas

“Lo que has hecho se convierte en la vara con la que juzgarte sobre lo que harás, especialmente desde la perspectiva de los otros. En cambio, cuando viajas eres lo que eres en ese momento. Las personas no conocen tu pasado como para reclamarte algo. No hay “ayer” cuando estás en la ruta”. William Least Heat Moon

Al amanecer nos despedimos de nuestra última compañera de habitación que aprovecho para hablarnos sobre su pasión por la fotografía y el arte de hecho nos hizo una foto de despedida.

Cuando salimos del hostal fuimos a la recepción, intente rascar algo a la chica que había (otra ver) para ver si me daban algo por lo de la primera noche, no conseguí nada. Salimos de la recepción y fui con Morgan al garaje que olía a cuadra, literal, el coche era un escarabajo con techo descapotable, muy chulo.

antes de abandonar Toronto fuimos a lawrence market a desayunar algo típico canadiense, por lo visto un bocata de lomo lo es. Estaba muy bueno, lo reconozco. Después buscamos un second cup donde fueron muy majos, tan majos que el tío del café me hizo un dibujo en la espuma y una de las empleadas le hecho un piropo a Morgan diciéndole que le encantaba su vestido. Mucho peloteo en general.

Café en mano fuimos a por el coche, al llegar al parking un hombre de aspecto hostil me preguntó que  porque no había pagado el parking, al verlo y analizar su aspecto lo juzgue como si fuera un homless, la verdad es que me dio la sensación de que era un loco y pase un poco de él, después descubrí, sobretodo por su insistencia en hablar del parking, que era algo así como el vigilante del parking. Tuvimos que pagarle por dejar el coche allí y un poquito más por marcharnos sin hacerlo la primera vez.

Después de la metedura de pata de Morgan al pensar que el parking publico podría ser grátis fuimos a las cataratas del Niagara, aunque no sin antes perdernos un par de veces. Después de unas cuantas vueltas he de reconocer que el camino se me hizo corto. Una vez allí, la primera impresión no fue tan genial como esperaba, aunque una vez debajo de las cataratas, cuando te das cuenta de su inmensidad, cambias de opinión, son increíbles. La sensación es indescriptible. 

Al salir de allí fuimos a comer a un restaurante muy particular decorado con adornos de selva y muñequitos de animales. No se que tendría que ver las cataratas del Niagara con la selva. Quizás se sienten culpables porque están destruyendo el medio ambiente. La comida salió por 60 CAD, un poco de pollo y patatas fritas, en fin carísimo.

Para hacer la digestión paseamos un poco por el pueblecito que vive de las cataratas, aunque nuestra verdadera intención era comprar un imán. Una vez logramos el objetivo cogimos el coche y volvimos otra vez a la carretera y como no a perdernos. Al encontrarnos conseguimos llegar al puente que hacía de aduana, también conocido como "puente del arcoiris". Supongo que con las cataratas se crean mucho y aquí la gracia. 

Después de un rato de espera para pasa la aduana llegó nuestro turno, la tía que me atendía fue un poco hostil, tanto que nos cogió los pasaportes y los envió a unas oficinas donde posteriormente tuvimos que ir para seguir contestando preguntas. Su interés principal era saber quien era yo, que iba a hacer en EEUU y en cuanto tiempo tenía pensado hacerlo, además también querían saber por donde me volvería, vamos que un interrogatorió en toda regla. A todo esto el policía hablaba español y nos pidió 6$ más por entrar al país, más los 10$ dedo "ESTA" un total de 16$.

Pasaporte en mano, y finalizado el interrogatorio volvimos a la carretera, para evitar dar vueltas y perdernos demasiadas veces Morgan puso el GPS de su movil, duro 5 segundos...nos volvimos a perder. Cuando nos encontramos logramos poner rumbo a Rochester con un bonito atardecer de fondo. Al llegar a su casa ya era de noche. Tuvimos el tiempo justo para que me presentara a su compañera de piso Alicia, ver la casa y el sitio donde dormiría.


No hay comentarios:

Publicar un comentario