Diario de abordo, fecha estelar: tercer día.
Después de tres días en un paraíso como la Toscana (Italia) me digno a
escribir. Mucho que contar y poco tiempo para hacerlo.
Lanzado a la aventura, yo como intrépido protagonista me embarco en un
avión, después de dejar atrás controles y controles de seguridad. Una vez en el
aire, cuento los minutos y el recorrido que he de realizar para llegar a la
bella Toscana (con una breve siesta entre medio).
Durante mi aterrizaje sin problemas en Pisa, me sorprendo al ver la invasión
de girasoles en un pequeño aeropuerto con apenas vigilancia (un contraste interesante
con Barcelona). Al dejar el aeropuerto comienza mi primera gran hazaña, llegar
sano y salvo a la toscana.
En este primera misión y por suerte para mi, dispongo de unas explicitas
instrucciones proporcionadas por la futura anfitriona que espera mi llegada. En
dichas instrucciones se especifican los tres trenes que debo coger y sus
direcciones. El primero, solo salir del aeropuerto. A este me lleva un bus,
hasta aquí todo parece sencillo, sin embargo cuando llego a la estación y
espero durante una hora y media, decido preguntar para descubrir que nadie sabe
por que vía sale mi tren dirección Lucca.
Caminando sin rumbo por el andén me dirijo a las maquinitas a comprar mi
billete y para no variar demasiado aparece la ley de Murphy. Primero hago cola
en una maquina, pero intuyo (y veo) que el hombre que intenta sacar el billete
anda más perdido que yo, así que decido utilizar la maquina numero dos donde
una mujer se pelea por conseguir un preciado trofeo, o mejor dicho un preciado
billete. Después de media hora y ver que no avanza, decido volver a cambiarme
de maquina, a partir de aquí ya se sabe que pasa, (lo de siempre) la mujer que peleaba
con la maquina abandona la lucha y ahora yo hago cola en la primera maquina,
mientras que la segunda es ocupada por unos nuevos compradores :D.
Con un billete como trofeo y una maleta de 20kg, vuelvo a subir y bajar
escaleras (las que y ame he hecho 30 veces) hacia el anden 2 y 3. Una vez allí
una mujer de acento británico me pregunta por mi tren, obviamente ando igual de
perdido que ella, aunque tengo mi billete y soy feliz. Tras horas de espera y
rozando la locura, me cruzo con un trabajador (que me hace caso y me entiende),
el que amablemente me indica que el tren que busco está a punto de salir. La británica,
su pareja, mi maleta y yo, nos lanzamos como perros a la carrera dirección a un
tren que sale en menos de un minuto. Obviamente no fue así, después de una intrépida
carrera esquivando gente y cosas, el tren tardo 20 minutos en arrancar.
Una vez en marcha me disponía a llegar a Lucca, envidia de cualquier
estación por su toque "barroco" y abandonado, algo tradicionalmente
preocupante en muchas estaciones italiana. Saturado de tanto arte y después de
esperar 2h a mi nuevo tren (no confundir con el anterior al que también espere
dos horas), y después de preguntando a cien trabajadores y mirar cientos de horarios
cometo el error de comer un mísero bocadillo de salami (por tres euros con
cincuenta).
A falta de 20 minutos de la llegada de mi tren llamo a Brooke (la anfitriona
de la casa), no sirve de nada porque su velocidad de conversación y su acento
americano es jodidamente complicado. Finalmente cojo el tren adecuado dirección
Barga-Gallicano. Lo único que me preocupa ahora es como coño lo haré para
volver a Barcelona sin perder el vuelo, tendré que salir un día antes…..
Una vez en mi destino, la belleza de la estación en plena montaña no es
comparable a nada visto anteriormente, (ni a la de Lucca) estas es capaza de
despertar mi lado más poético con un sol cautiva el corazón un viento que crea música
capaz de conquistar los odios mientras que los ojos pierden la razón con un
cielo azul un prado verde y unas nubes que decoran la copa de la montaña. La
naturaleza en rima asonante vaya.
Fuera de la estación (por decirlo de alguna manera, ya que parecía más una humilde
casita) un pueblo espera, y yo también, porque Brooke no llega. Cuando por fin
aparece con un coche blanco de cuya marca no puedo acordarme me saluda le digo
mi nombre y continua.... Si, me buscaba a mi pero por alguna razón que aun hoy
desconozco no me recogió hasta que escuché una conversación por teléfono en la
que mencionaba un "crazy spanish boy".
Una vez en el coche, me acomodo en un asiento mojado por la lluvia (por lo
visto no cierra nunca las ventanillas). Durante la subida, cruzamos
montes y montañas por curvas y carreteras peligrosas, mal construidas a una
velocidad temerariamente peligros, sobretodo cuando vienen coches de frente y
ves pasar tu vida ante tus ojos. Rezar no sirve de nada... solo epseras que
dicha conductora tenga las mismas habilidad al volante que Dani Sordo o el mismísimo
Colin McRae.
En este hermoso trayecto ella habla, habla y habla, el problema, yo no
entiendo absolutamente nada.
Una vez en la casa, lo increíble esta por venir. Un caserón de los más rural
con el bosque como jardín, habitaciones como salas de estar y comedores como
campos de futbol (sala). En ella esperan animales como inquilinos permanentes
(3 cachorros de gato muy pesados por cierto y 2 perros) además de infinitas
moscas. El desorden abunda, pero no importa, aquí todos son felices
compartiendo una parte de su vida con la naturaleza. La primera norma es la tranquilidad,
la segunda el relax.
Una vez instalado y tras intercambiar 3 palabras (son las únicas que
entendí) vamos a buscar comida al "súper", deberían llamarlo
"mini" (jeje), y en busca de los otros dos inquilinos, un joven de 19-20
años procedente de Liverpool llamado Josh y una chica de 27 años de procedente
de Suecia llamada Anna.
La aventura bajo el sol de la toscana acaba de empezar, lastima que llevé
tres días y dos haya llovido. Quizás el clima sea diferente al de la película….
Nos vemos pronto
Podeis seguirme en instagram para ver las maravillosas fotos de la Toscana en el siguiente usuario: vader_09
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