La mañana empezaba movida, no tocaban las doce y la gente no paraba de hacer
cosas, por lo visto les había picado el gusanillo del trabajo. Anna y los
chicos de Taiwán trabajaban limpiando y preparando la BBQ para la noche,
Michael cortaba (con una maquina) la hierba (una máquina que habíamos tardado
como 30 minutos en encender). Timm y yo nos encargamos (a pico y pala) de
arreglar la carretera, (al menos la entrada) de la casa. Daba bastante pena y
pasar por ahí con el coche era una autentica mierda (podías volver en cualquier
momento).
Al caer la tarde y acabar de trabajar, nos sentamos a relajarnos alrededor
de la mesa (esperando adecuadamente los diferentes turnos de ducha). Al pasar
las horas nos dispersamos, Michael, Randy, Timm y los chicos de Taiwán decidieron
hacer una excursión al pueblo.
Anna, la desaparecida Brooke y yo estábamos en la casa. Eran las 16:30 y la comida que Brooke había preparado (unos huevos pasados por agua) eran para cenar, con lo que no teníamos nada de comida. Fue entonces con la llegada de Mattia, que había venido a ver que podía utilizar en la casa para la noche del día siguiente ,(nos iba a preparar algo de cenar junto con Simone otro chico de aquí) cuando me di cuenta que si no hacía yo la comida nadie la haría (más que nada porque Brooke iba tocada y Anna no estaba por la labor).
Con mi paciencia a punto de agotarse (porque Brooke no sabe ni en que día
vive) hice una tortilla a la francesa con chorizo (después de preguntar donde
habían huevos (y no obtener respuesta) tuve que trabajar con el material justo
(4 huevos, no se barajaba el error). Preparé otra para Anna, que hacía de psicóloga
de Brooke, no se que es lo que le pasaba, siempre tiene algo. Mattia que veía
venir la situación se marcho.
A la tarde (bueno pasadas un par de horas), Anna (con mi ayuda) preparó la
carne de la BBQ. EL fuego y por decisión de una Brooke no demasiado cuerda y
muy pesada comenzó a hacerse demasiado pronto, a la hora de la verdad ya no teníamos
ni brasas, ni fuego, así que cenamos muy tarde, aunque muy bien. Entre que venía todo el mundo, tuve ocasión de hablar con los chicos de Taiwán que me dieron una breve clase donde aprendí a escribir mi nombre.
Es cierto que éramos muchos y no había mucha carne, pero podíamos comer
patatas (a la sueca), verduras, ensalada, huevos con guarnición(los que había
preparado Brooke a la tarde y estaban buenísimos) y poca cosa más, ( pero vamos
que no quedo nadie con hambre, creo). La cena sin la desaparecida Brooke iba
muy bien y tranquila (no porque no estuviera claro), comíamos, bebíamos y reíamos.
En la mesa había conversaciones paralelas de todo tipo, (los chicos de Taiwán
no hablan mucho, son tímidos) pero los demás lo hacíamos por ellos, y sino Dani
(el chico del café) ya se encargaba de que la cosa no decayera.
Al acabar la cena llego la hora de la verdad, el café, pero teníamos al
"hacedor" de café con nosotros, por fin nos explicaría con hechos el maravilloso truco
que hace que un café de mierda se convierta en algo simplemente indescriptible.
El truco no era difícil de hacer, (pero si de conseguir), se trataba de coger
tantas cucharas como quisieras de azúcar, ponerlas en una vaso vacío, después
echar el primer chorro de café y batir hasta conseguir una pasta, (lo que
parece tan fácil, no lo era). Mientras hacíamos el café una embriagada Brooke
apareció de nuevo.
Salimos fuera con el café y Brooke, he de decir que el café fue
absolutamente increíble. Al acabarlos y tras pasar una hora hablando Dani y Mattia
(que llegó al acabar la cena) se fueron, al día siguiente trabajaban. Los demás
nos quedamos hablando hasta las tres de la mañana (Brooke lo intentaba). Fue
una noche de lo más interesante y divertida, sin duda una de las mejores en la
Toscana, (lástima que los chicos de Taiwán se fueran a dormir tan pronto),
porque se podía palpar el buen royo. Durante la noche y tocando al final de la
velada, Timm confesó que era uno de los mejores momentos que había disfrutado
estos últimos años y daba las gracias, Randy (a pesar de su fría apariencia)
tuvo que abandonar la mesa, fue un brindis demasiado emotivo para ella.
Después de esto, todos nos fuimos retirando, la noche había salvado el día y
por cierto, yo hice la carne y me quedo de vicio.
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